ALMOHADA DE PIEDRAS
TEXTO: GENESIS 28: 10
Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí,
porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso
a su cabecera, y se acostó en aquel lugar» (Génesis 28.11).
Jacob no tenía un colchón confortable para
pasar la noche, solamente una rústica almohada de piedra. Allí recostó su
cabeza, y en este sitio Dios le habló de su futuro: «Será tu descendencia como
el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al
sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente»
(Génesis 28.14)
El capítulo 28 del libro de Génesis nos
ubica en el cuadro: Jacob está viviendo una situación límite. Se encuentra
solitario, triste y deprimido; no es para menos, su hermano lo persigue para
matarlo y tarde o temprano él sabe que lo alcanzará.
La Biblia narra que Jacob tiene también una
visión estremecedora: una escalera que iba desde la superficie de la tierra
hacia los cielos; Dios en un extremo y ángeles subiendo y bajando por ella.
1) Pero lo más sorprendente es lo JACOB
hizo luego de que la visión acabó: «Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la
piedra que había puesto de cabecera, y la alzo por señal, y derramó aceite
encima de ella» (Génesis 28.18).
Derramó aceite sobre la piedra. Bendijo su
rústica almohada de granito. Jacob pudo haber interpelado a Jehová por la
mañana y haberle dicho: Está bien.
Convengamos en que realmente creo que vas a
darme todo lo que me dijiste en la visión de anoche; pero olvidaste ver mi
presente: desperté en la misma piedra en la que me recosté anoche; pudiste
haber hecho el milagro de darme una almohada más cómoda… digamos, como adelanto
de la visión.
¿Te suena ridículo? Sin embargo nosotros
actuamos de esta forma: «Señor, si realmente tengo un ministerio con las
multitudes, ¿por qué sigo siendo el encargado de la limpieza del templo?» «Si
anoche la palabra profética fue cierta, ¿por qué hoy sigo sintiéndome como si
nada hubiese cambiado?»
Queremos un adelanto para poder creer, aunque
se trate de una almohada. Nos cuesta comprender que ayer Dios nos prometió algo
grande y hoy seguimos fabricando muebles en nuestra carpintería privada.
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